Maybe it’s time

Hace un mes, se cumplieron seis años de que mi Abuelo paterno, se me fue. El lunes hubiera sido su cumpleaños 95. Si de por si Navidad siempre ha sido una de mis fechas favoritas, hay 2 cosas particulares que la hacen más especial, el cumpleaños de mi abuelo el 24, y de mi Madre el 25.

En el último mes y medio, se han adelantado algunas personas muy queridas para mi o mis familiares, y algo que me ha hecho reflexionar mucho, es la manera en la que son recordadas por los que se quedan; la manera en la que se expresan de ellos, como sonríen al pensar en ellos, como les trae buenos momentos sus recuerdos, como coinciden en que sus vidas fueron plenas, en fin. Me hacen concluir algo: cuando me vaya, así quiero ser recordado.

Y por eso el título de este post: Maybe It’s Time. Tal vez es el momento.

  • Momento de dejar de preocuparnos por lo que los demás piensan de nosotros
  • Momento de anteponer nuestra felicidad a la de los demás
  • Momento de que hacer lo que queremos, no lo que debemos, ni lo que se “espera” de nosotros
  • Momento de no ser perfectos todo el tiempo, de mostrarnos vulnerables y tal cual somos
  • Momento, sobre todo, de entender y buscar nuestro propósito, y perseguirlo de manera inalcanzable hasta lograrlo

Y eso no quiere decir que seamos egoístas o desconsiderados, de ninguna manera, pero que lo que hagamos, sea para NUESTRA felicidad.

Una de las cosas que en lo particular me hace muy feliz, es ver la cara de mis hijos cuando abren sus regalos. Esa inocencia, esa emoción, esa magia. Ese “¡mira Papá!” o el “¿Me ayudas a armar esto, Papá?”

Y esto es justo a lo que me refiero, si bien me encanta que sean felices con sus regalos, se los doy porque me hace feliz a MI. La sensación de felicidad que siento cuando abren sus cosas, me llena a MI; lo mismo cuando el regalo para mi esposa es el que quería, me hace feliz a MI, y si eso en consecuencia los hace felices, ¡qué mejor!

Es momento de volver a lo simple.

Ahora que he estado recordando a todos aquellos que se nos han ido (y aunque suene a cliché) a nadie le importa qué coche tenían, quien tenía la casa más grande o más elegante, si había muebles de diseñador, a dónde y cada cuanto viajaban, la marca de su ropa, y mucho menos, qué pensaba la gente de ellos. Mas bien, nos acordamos de lo bien que la pasábamos en su casa, de ese mueble que usábamos como fortaleza o castillo, de esas vacaciones donde nos dejaban comer helado a la hora de la comida, de esas tardes en el club, de la casa de madera que hacíamos en el taller del abuelo, de eso sí que nos acordamos.

Hay pocas certezas en este mundo. Una de ellas, es la muerte. Y para allá vamos todos. No sabemos cuándo ni cómo.

Lo único que sé, es que cuando a mí me toque, quiero que la gente me recuerde como yo recuerdo a mi Abuelo. El tipo más simple y sencillo del mundo, y al mismo tiempo, una de las personas más felices que recuerdo.

Eran los pequeños detalles. Trabajar con él en el taller de la casa de Teca, el nacimiento en navidad que era una producción increíble (agua, humo, luces). La siesta después de comer sin importar nada. Esa Coca Cola (en botella de vidrio recién sacada del refri, sin hielos), comprar las tortas de Las Margaritas para llevar a la casa (y compartir una mientras preparaban las de los demás), las tardes de Dominó, donde incluso tocaba pagar si querías jugar con los adultos “Las clases cuestan”, me decía siempre.

Yo quiero dejar ese recuerdo cuando me vaya. Que la gente se acuerde de mi por el hecho de haberlos ayudado a hacer, aunque sea un poquito mejor su vida. De causarles una risa, de haber ayudado en algo, o al menos que me gustaba comer bien y reír sin parar, y que algo de esa risa, se les contagiaba.

Y para eso, es tiempo de cambiar. Y empiezo conmigo.

No más ver a gente que no quiero ver por el hecho de “tener que verlos”

No más hacer cosas o ir a lugares a donde no quiero ir “porque todos van”

Nunca más tomar una decisión pensando “¿qué van a pensar los demás?”

Jamás volver a perder un día haciendo algo que no me gusta

Pero, sobre todo, hacer lo que me hace feliz, y una de esas cosas, es hacer feliz a mi familia y a la gente que quiero. Y eso es dedicarles tiempo, hacerlos reír, cuidarlos, y, sobre todo, estar ahí para ellos. Y estar bien. Y la única manera de estar bien con ellos, es estar bien conmigo. Por eso antepongo mi felicidad a la de los demás, para después compartir la mía con ellos.

Es por eso, que les extiendo la invitación. Maybe it’s time. De volver a la simpleza de la vida. A lo fácil, a lo que nos hace sentir bien. A ser felices con nosotros. Estas épocas de reflexión son estupendas para ello.

Aunque dependemos solamente de nosotros para lograrlo, siempre es crítico tener alguien que nos ayude a encontrarnos, y nos ayude a generar esa confianza para convertirnos en la persona que estamos destinados a convertirnos. Afortunadamente yo tengo a la mía. Gracias Güerita por tanto.

P.D.

Ví la película de “A star is born” el fin de semana. Y me encantó. De ahí me robé el título del post, y de una de las canciones, les dejo esto:

“Maybe it’s time to let the old ways die

 It takes a lot to change a man

Hell, it takes a lot to try

Maybe it’s time to let the old ways die”

16 thoughts on “Maybe it’s time

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